Posiblemente nunca sabremos si Carlos Pérez, el sacerdote que representa la iglesia católica en los círculos de derecha religiosa en Puerto Rico, es homosexual o no. Para mí, la contestación a esa pregunta en este momento histórico es irrelevante. Pero su conducta afeminada, cundida de manerismos y gestos faciales, su hablar tan “fino” sí es relevante en estos días en que Carlos Pérez, y su juntilla se oponen a que el gobierno de Puerto Rico proteja a lxs niñxs de la tortura que representan las terapias/consejería/tratamientos de conversión. El Proyecto 184 busca proteger a niñxs de este tipo de abuso o tortura. Abuso y tortura que ya ha sido denunciado por colegios profesionales de la salud mental, por organizaciones LGBTQ+ y feministas, y hasta por las Naciones Unidas1.
Hace años sectores de las comunidades LGBTQ+ y sectores aliados comentan, sin otra evidencia que no sea su afeminamiento o amaneramientos, que a Carlos Pérez se le debe sacar del closet. “¡Es una loca rabiosa!” exclaman algunas amistades; “es un homosexual reprimido” exclaman; “las plumas se ven a leguas” dicen muchxs otres tantxs, “mi ‘gaydar’ por poco explota cuando le escuché” añade la mayoría. Entonces les pido prueba y me dicen “El cura Carlos Pérez es tan afeminado que tiene que ser homosexual.” Eso es falso, contesto. Entonces pasan a describir manerismos que realmente nada tienen que ver ni con orientación sexual ni con identidad de género. Describen como Carlos levanta una sola ceja; comentan su pronunciación de la “s” y la prolongación innecesaria en el pronunciamiento de algunas sílabas; añaden que su voz es varios decibelios más alta que la de “hombres verdaderos”; que su caminar es cadencioso; en fin, lo que hacen es señalar expresiones clara y arbitrariamente designadas como femeninas por esta sociedad y con esa “evidencia,” adjudican. Ese reclamo contra Carlos Pérez es homofóbico y es una de las razones por la que debemos apoyar el proyecto 184. Porque afeminamiento y manerismos a veces son las únicas razones porque a niños se le someten a ese tipo de terapias2. Mis amistades ni se dan cuenta que las mismas expresiones son utilizadas por bullies para torturar a algunos niños en las escuelas. El patriarcado es estricto y cruel en su afán desesperado de controlar nuestras cuerpas y cuerpos.
Entiendo que hay que defender a nuestrxs niñxs LGBTQ+, no binarios o trans. Pero también debemos mencionar que igual se tortura y afecta a niños en general por rasgos, expresiones o conductas que han sido, absurda y arbitrariamente, asignadas única y exclusivamente a dos géneros. Carlos Pérez últimamente, es también víctima de la homofobia patriarcal que obliga a un comportamiento corporal estricto para las categorías ‘hombre o mujer’ y que ordena a la sociedad castigar quien las ignore. Carlos Pérez es también víctima de ese patriarcado que él defiende tan acérrimamente aún cuando él mismo parece no poder controlar esas indiscreciones corporales o sonoras que el patriarcado designa como femeninas. Carlos Pérez es víctima de la falta de educación con perspectiva de género en Puerto Rico. La ironía es que Carlos Pérez siempre se ha opuesto precisamente a la educación con perspectiva de género. Educación que le permitiría a la gente entender que sus manerismos en nada tienen que ver con orientación sexual o identidad de género.
Entonces, al mirar a Carlos Pérez tan amanerado, sentado en medio del grupo de odio que representan Cesar Vázquez y el Proyecto (in)dignidad, cabe hacernos muchas preguntas: ¿Pensaron el padre o madre de Carlos Pérez recurrir a terapias de conversión para tratar a su hijo? Porque de eso es que también debemos hablar, el afeminamiento (que no tiene que ver con orientación sexual) es una de las causas mayores por las que padres y madres consideran las Terapias Reparativas para sus hijos3. Lo contrario también pasa con personas designadas al nacer como mujeres. Tono, enunciación y gestos están siempre y desde antes (“always already”) estrictamente vigilados para enforzarlos contra quien los ignore.
¿Cree Carlos Pérez que sus padres debieron tener la oportunidad de enviarle a esas terapias (curarle las arico-nerías? La fragilidad masculina es tan terrible como peligrosa y destructiva. Parte del imaginario que tenemos de nuestrxs niñxs, es que se comporten de acuerdo a sus genitales o no son ‘perfectxs’. ¿Cree verdaderamente Carlos Pérez que sus genitales deben definir cómo él se representa al mundo? ¿Cuál es su excusa entonces para no comportarse más ‘machito’?
¿Por qué omiten Carlos Pérez y su corillo que muchxs de los niños que someten a este tipo de tortura se les somete a la misma por conductas mal llamadas afeminadas como las que él mismo exhibe y que no tienen que ver nada con orientación sexual? Muchas veces las terapias de conversión no responden a ninguna otra evidencia que amaneramientos o conducta afeminada como la del sacerdote Carlos Pérez. En el caso de niñas, rasgos o conductas designadas como masculinas también les puede costar un viajecito, no a un terapista que le apoye en conocerse y aceptarse, sino en el terapista que prometa devolverla sumisa y femenina a su familia. No olvidemos el gran mantra patriarcal de Puerto Rico, a los hijos “pa’ pato tecato” a las hijas “pa’ pata puta.” ¡Cómo si las categorías fueran mutuamente exclusivas! Demasiados hijos “patos” han terminado tecatos para poder bregar o no bregar con el desprecio familiar. Demasiadas hijas han terminado “putas” por haber tenido que huir de sus casas a temprana edad. Demasiadxs adolescentes han terminado ambas, drogadictos y trabajadores sexuales, ante la cruel destitución familiar.
Una amiga mía me dijo que cuando niña fue castigada en el colegio católico que asistía sólo porque se cortó el pelo muy corto, el rumor de “lesbianismo” la persiguió el resto de su estadía en dicho colegio. El caso de Frances Barber, artista con voz independiente y enérgica que abogaba por sus derechos y los de otras mujeres, fue también un caso en el que se castigó a una mujer por no comportarse de acuerdo a como el patriarcado espera que las mujeres se comporten. A Frances Barber le hicieron una lobotomía. La lobotomía fue uno de los tratamientos autorizados para tratar la homosexualidad en tiempos de antaño. Se la hicieron porque podían hacerlo. Por eso es importante prohibirlas, aprobar el Proyecto 184.
¿No es el rechazo propio a su afeminamiento, o falta de femineidad, razón por las que algunos adultos recurren a esas terapias? ¿No es la desesperación por tratar de cumplir con criterios tan absurdos y arbitrarios por la que algunos adultos toman voluntariamente estas terapias? El odio a lo femenino en los hombres es auspiciado y promulgado por sociedades patriarcales, el bullying, el abuso y burla constantes es el precio que niños pagan en sus escuelas a diario. ¡Claro que algunos, en su desesperación quisieran cambiar! Igual con niñas que solo quieren jugar pelota, o jugar con carros o usar solo pantalones o llevar su pelo bien corto, también han sido castigadas, “puestas en su sitio.” Alguna vez miraremos hacia atrás como sociedad y nos avergonzará nuestra complicidad con el régimen patriarcal sobre las expresiones de género impuestas a nuestra niñez y el precio que hicimos pagar a quienes no se conformaron.
¿Consideraría Carlos Pérez someterse a estas terapias para erradicar sus manerismos y afeminamiento? Para empezar, no sabemos si ya lo hizo y fracasó. Muchos de los líderes de movimientos de ex-gays se han sometido y luego defendido las terapias a uña y diente aun sabiendo que no cambian nada. Pero se han hecho ricos promulgando la mentira, y la mayoría no se arrepiente hasta que los “cogen” en situaciones comprometedoras y entonces piden perdón y revelan lo que ya sabemos, trataron, se torturaron y de nada sirvió. ¿Cuánto dinero recibe el corillo de odio del Partido (in)dignidad cada vez que hacen un “e-mail blast” prediciendo el apocalipsis y anunciando que necesitan donaciones para poder dar la batalla contra las comunidades LGBTQ?
Te exhorto que mires y observes bien a Carlos Pérez, y observes como la sotana le otorga el privilegio de poder ser amanerado sin que se le cuestione su “hombría.” Observa cada uno de estos detalles, que debieran ser insignificantes, irrelevantes, pero que muchas veces se utilizan de excusa para que personas malas o desinformadas puedan someter a niñxs a terapias que torturan. No todo niñe tiene sotana que le proteja, por eso es necesario el Proyecto 184. Llama a tus legisladores y diles que apoyas el proyecto 184. Díselo también a tu familia, amigues, vecines y compañerxs de trabajo. No calles ante la burla y el desprecio a personas LGBTQ. Dales menos importancia a los genitales y más importancia a la bondad, al amor, y acciones de les seres humanes.
#SíAlProyecto184
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Footnotes
- Este ensayo ni siquiera entra a discutir jóvenes no-binarios. Personas que rehúsan conscientemente someterse a un régimen de género tan obseso con los genitales. Tampoco explora más a profundidad el asunto trans o la magnitud en que se afectan las mujeres. Por eso me disculpo. El ensayo tiene como pie forzado los amaneramientos de un hombre cis.
- Lo contrario para niñas, la falta de “femineidad o comunicaciones sobrias y sin manerismos las puede llevar a dichas terapias.
- Orientación sexual e identidad de género siguen siendo la causa principal porque se somete a niñxs y jóvenes a estos tratamientos, o la razón por las que voluntariamente lo hacen algunxs adultxs. Pero muchas veces no hay evidencia de orientación sexual o identidad de género, solo expresiones corporales , enunciamiento de palabras y/o tono de voz.
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