“Thus, while ethnicity may be an excercise of personal choice for Euro-Americans, it is not so for nonwhite groups in the United States. For these ‘visible’ groups, ethnicity is not always voluntary, but can be coercively imposed. As Mary Waters (1990: 156) concluded, “The ways in which identity is flexible and symbolic and voluntary for White middle-class Americans are the very ways in which it is not so for nonwhite and Hispanic Americans.” Her conclusion echoes the internal colonialism perspective, which maintains that white ethnics differ from non-whites in the reduced severity of oppression they experience. (Blauner 1972:60-66)” Yen Le Spiritu
Una vez más leemos que una persona que creímos Latina y con la que hemos colaborado o trabajado es blanca (aria, Europea). Aunque para muchas personas el caso más conocido es el de Rachel Dolezal, quien presidió el National Association for the Advancement of Colored People (NAACP) desde el 2014 hasta el 2015 cuando tuvo que renunciar ante la denuncia de que siendo blanca se hizo pasar por negra. Pero más recientemente les Latinxs confrontamos situaciones similares como la de H.G. Carrillo, poeta cubano inmigrante que al momento de su muerte descubrimos que era realmente Afro-Americano nacido en Estados Unidos y el de Jessica Krug aka Jess la Bambolera, quien luego de crear una carrera académica profesional como mujer afro-boricua resultó ser Blanca Judía (su descripción.) Esta semana resulta que una publicación en PRISM sobre la compañera Natasha Lycia Bannan la identifica como una mujer blanca que se hace pasar por Puertorriqueña. Yo nunca la escuché decir que es Puertorriqueña. Natasha Lycia Bannan es reconocida en Puerto Rico, por la clase legal y/o política mayormente, como una persona comprometida con los derechos civiles y con la Justicia Social en Puerto Rico. Así también la reconozco yo.
El asunto se está discutiendo en las redes, desde diferentes visiones, clases y espacios, con perspectivas diferentes. Sin embargo la noticia afectó al National Lawyers Guild, pasado lugar de empleo de Natasha Bannan, y donde fuera reconocida como la primera abogada Latina en presidir la agencia. Además, en el Lawyers Guild ocupó posición en The United People of Color Caucus espacio creado exclusivamente para personas de color (utilizo una traducción con limitaciones del término norteamericano “people of color” con el que describen a personas Negras y con etnicidades no-blancas Europeas.) El National Lawyers Guild responde a la situación aquí discutiendo lo que ellos llaman “Natasha’s identity misrepresentations.” Discuten como el Comité antirracista designado para atender asuntos de “racismo y blanquismo” (Whiteness) estructural e interpersonal de forma interna y externa en el Lawyers Guild está atendiendo el asunto. El Comité trabaja bajo la guía del “United People of Color Caucus” del Lawyers Guild. Yo aplaudo el que organizaciones como el Lawyers Guild tenga estas subestructuras y sé que responde a serios señalamientos históricos de racismo que se le han hecho al Lawyers Guild. A pesar de lo que mucha gente ignora o pretende ignorar en Puerto Rico, estos procesos se dan en organizaciones que han estado controladas y presididas por personas blancas, en su mayoría hombres, desde sus comienzos. Estos hombres blancos por siglos determinan las prioridades y agendas políticas y/o economicas de sus instituciones. Los esfuerzos de atender el racismo institucional en las organizaciones se dan después de una larga lucha de derechos civiles, por negros y personas de color en USA por casi un siglo. En Estados Unidos, talvez no en Puerto Rico, conocemos la importancia de comenzar y continuar desmantelando el racismo institucional e interpersonal que nos ha oprimido tanto en instituciones y lugares de empleo.
A quienes lean completa la comunicación del Lawyers Guild, podrán entender que una de los aspectos más importantes en estos procesos es que lejos de ser punibles (y replicar nociones de ‘justicia’ blanca que siempre desembocan en lo punitivo) se está utilizando el método de Justicia restauradora (restorative justice) el cual se enfoca más en hacer a las personas “responsables” (accountable) de sus acciones sin perder de vista la humanidad de la persona que ha causado el daño o dolor. Yo soy un fiel creyente del “restorative justice” y me alegra que ese sea el curso que se haya tomado. No dice si Natasha se someterá al proceso, me gustaría pensar que si. Me parece que es el proceso adecuado y es mucho mejor que el de la corte en las redes sociales, donde las denuncias y respuestas, quedan en eso, en denuncias y respuestas sin ningún tipo de consecuencias o resolución.
Yo me considero amigo de Natasha, no se si ella siente igual. Sería injusto que no reconozca que, en el asunto de derechos civiles y políticos, no recuerdo una sola instancia en que estuviera en desacuerdo con ella. Siempre he admirado la capacidad de Natasha para trabajar, impactar y lograr resultados. Sus colaboraciones con gente y organizaciones en Puerto Rico han sido valiosas. Ya sea cuando querían tirar a la calle refugiadxs de María, o para colaborar para la libertad de Oscar López, para denunciar a PROMESA o muchas otras causas. No tengo duda de que su compromiso con la justicia social y con Puerto Rico, son verdaderos.
Sin embargo, no podemos separar esta instancia de las instancias similares, de Rachel Dolezal, y Jessica Krug. El asunto no es si estas personas son buenas o malas en su trabajo, si son talentosas o no, o si son buenas amigues o no en lo personal. El asunto es que ocuparon y se beneficiaron personal, política y económicamente de espacios logrados o rescatados para personas negras o Latinas. Quiero destacar cómo una vez más, y en un ejercicio que definitivamente tiene nociones de solidaridad de clase, en un afán por defender a Natasha, se descartan las luchas que la diáspora tiene en USA, año tras año, mes tras mes, semana tras semana, día tras día, para crear, defender y expandir espacios nuestrxs y para crear “puertas” que se nos puedan abrir o que podamos abrir para otres. Espacios que general e históricamente han sido ocupados por personas blancas con muy buenas intenciones pero que como quiera contribuyen al racismo institucional que atraviesa toda la sociedad. El problema no es que estas personas sean “buenas” o “malas” esa es la trivialización más superficial posible. El problema es que la presencia de estas personas blancas bien intencionadas en esos espacios continúa privándonos a lxs Latinxs, de oportunidades, de poder participar, contribuir, ser remuneradas y/o reconocidas en esta sociedad y hacer que nuestra presencia sea parte visible y valorada del tejido de la misma sociedad que trata todos los días de excluirnos y expulsarnos. El problema no es que Rachel Dolezal, o Natasha Bannan, O Krug sean incompetentes o sus trabajos no merezcan reconocimiento o encomio. El problema es que en una sociedad que constantemente favorece a la gente blanca estas personas, para ocupar esos espacios necesariamente desplazan a la misma gente con las que parecen estar siendo solidarios. ¿Para salvarnos, nos desplazan? ¿De veras creen que no hay un problema ético? No es justo. Y pienso que toda esa gente buena que hoy sufre por la situación de Natasha Bannan ni siquiera tienen en mente a su diáspora cuando de inmediato se lanzan a otorgar etnicidades y patrias ad honorem, y gratuitas, que como resultado nos desplazan, nos desemplean, nos llevan a puestos menores, sin importancia, sin reconocimiento y sin remuneración justa. No, no es justo que de nuevo se descarte todo nuestro trabajo, lucha y logros antirracistas en Estados Unidos tan fácilmente. Que poca solidaridad con la Diáspora, ni siquiera pueden reconocer nuestras luchas y necesidades.
Yo no voy decir que Natasha es una mala persona, no creo que lo sea. Si pienso que hay una falta de ética, responsabilidad (accountability) que no es cónsona con su trabajo político. Hay grandes mujeres que trabajan o han trabajado en Puerto Rico a quienes admiro y a quienes le debemos, Judith Berkan, Jan Susler, Sarah Peisch (QPD) pero ninguna, a pesar de vivir gran parte de sus vidas en Puerto Rico o comunidades Puertorriqueñas y haber adoptado nuestra cultura ha dicho que es Puertorriqueña. Talvez lo puedan decir y talvez puedan reclamar que culturalmente son Boricuas, pero sería desde un espacio honesto y transparente, sin ocultar sus privilegios.
Hay otro asunto, que es el que se invoca muchas veces sobre raza y etnicidad como construcciones sociales y fluidas. Estoy de acuerdo, y pienso que tal vez eso debe ser parte del debate general. Respecto a la construcción social de raza o etnicidad, en clase presiono a estudiantes a reflexionar sobre Rachel Dolezal y defiendo la posición de Dolezal. Lo hago para polemizar y reto a mis estudiantes a que me expliquen porque si el género es una construcción social y cualquiera puede reclamar su género, no puede ser igual con raza. Es un argumento que me gusta hacer en clase porque me gusta la pasión que genera entre estudiantes y les obliga a ser críticos de si mismxs, de hecho, el debate en clase lo dejo abierto, no les doy resolución, les invito a seguir pensándolo.
Pero también hacemos otras lecturas y reflexionamos como negrxs y Latinxs, y gente de Asia o China no tenemos tanto acceso a esa “fluidez” que se le atribuye a raza y etnicidad, y generalmente no tenemos total control para decidir cuáles son nuestras etnicidades y que nos las reconozcan. Generalmente la pan-etnicidad nos viene de “arriba”, impuesta, descrita y definida por la gente blanca. También discutimos como nunca somos “suficientemente Latinx” “suficientemente Cubana, Mexicana, o Salvadoreño” vivimos justificando, explicando y defendiendo nuestras etnicidades, la gente blanca no tiene en general esa experiencia tal vez por eso piensan que la etnicidades son un asunto de agencia y cultura fluido al que todxs tenemos acceso. Yo pienso que es más que eso.
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