Desde hace un tiempo, activistas puertorriqueños impulsan el proyecto cameral 1725, que busca establecer política pública en contra del discrimen por orientación sexual en cualquier gestión gubernamental, pública o privada. Esta legislación es vital en momentos en que el mercado de empleos está lleno de los “quítate tú pa’ ponerme yo”. En un clima como éste, las lesbianas, homosexuales, bisexuales y transgéneros (LGBT) son parte de los grupos más vulnerables al discrimen
Después de todo, siempre que se piensa en nosotr@s, se nos piensa solos y sin familias que sustentar, así que “vamos a botarlos y darle el empleo a un verdadero padre o madre de familia”. Hasta estos momentos, los dedicados activistas que triunfaron al lograr que la Cámara de Representantes aprobara el proyecto, observan como el mismo languidece moribundo, si no muerto, en el Senado de Puerto Rico.
Un actor importante que permanece silente en todo este debate es el movimiento sindical. Los sindicatos NO NECESITAN DEL GOBIERNO para incluir en sus convenios protecciones para sus miembros LGBT. Al contrario, le pueden dar al gobierno la lección de que se toman en serio el bienestar de TODOS sus miembr@s, incluyendo no sólo los que puedan tener una orientación sexual diferente de la heterosexual, sino también a los que aun siendo heterosexuales puedan ser percibidos cómo homosexuales. Los grandes sindicatos en Europa, al igual que sindicatos en Estados Unidos, desde hace décadas tienen en sus convenios protecciones a sus miembros LGBT. Esto es estándar en todos los convenios que negocian. De hecho, la industria privada, en general, no los cuestiona. En gran parte porque los sindicatos han sido firmes y han hecho claro que estas disposiciones o cláusulas no son negociables.
¿Por qué, entonces, no hemos trabajado con el movimiento sindical de Puerto Rico para que asuma este mismo nivel de liderato, responsabilidad y compromiso con sus miembros LGBT? Tod@s conocemos activistas sindicales y delegad@s que son de nuestra comunidad. Todos conocemos amigos, familiares, vecinos LGBT que pagan sus cuotas mensualmente a su sindicato. ¿No es el pago de estas cuotas dirigido precisamente a proteger sus miembros en sus espacios de trabajo? ¿Cómo es posible que los sindicatos se hayan mantenido por tanto tiempo sin tomar acción, desaprovechando una buena oportunidad para darles una lección a los legisladores en Puerto Rico de que sí, las y los trabajadores LGBT también merecen estar libres de discriminación en sus empleos? Es una buena oportunidad para que los sindicatos demuestren que sus miembros LGBT son apreciados y respetados, no porque paguen una cuota mensual, sino porque son compañeras trabajadoras y compañeros trabajadores.
Hace poco más de una década, algunos acercamientos hechos al liderato sindical en PR recibieron respuestas absurdas y bochornosas. Fueron respuestas tan ridículas cómo ofensivas:
• “La homosexualidad es un ‘problema’ de Estados Unidos, no de Puerto Rico” – ¿Se atreve alguien a afirmar esto todavía?;
• “No hay evidencia de que en Puerto Rico se discrimine en el empleo por orientación sexual” – Si no existe información sobre el número de querellas de discrimen en el empleo por orientación sexual, es porque a los que han tratado de radicarla se les dice que si la categoría no está expresamente reconocida en la ley antidiscrimen, no pueden aceptar la radicación. Sin embargo, la experiencia vivida por l@s personas LGBT demuestran que sí existe este tipo de discrimen.
• “Eso obligaría a violar la intimidad de nuestros miembr@s”- Eso es FALSO. De hecho, si se incluye la prohibición de discrimen por orientación sexual o
percepción de la misma, es irrelevante que el miembr@ sea LGBT. Lo importante es que no se le discrimine u hostigue debido a la percepción de que lo es.
• “Lo que nuestros miembros hacen con su privacidad en sus alcobas no nos interesa” – Cierto, pero engañoso. Los patronos tampoco deberían tomar en consideración lo que sus empleados hacen en sus alcobas, pero si lo consideran, debe protegerse a ese o esa empleada contra dicha intromisión, al igual que se hace cuando el patrono lo decide a base de la raza, sexo, religión, afiliación política, nacionalidad o edad. Lo que nos interesa es que las y los miembros del sindicato puedan trabajar en lugares de empleo libres de hostigamiento y persecución y que las decisiones se tomen a base de las destrezas y los méritos.
La impresión que tuve hace 14 años fue que estas objeciones parecían responder más a la incomodidad con el asunto de “orientación sexual”, con la ignorancia sobre la necesidad de este tipo de protecciones para nuestra comunidad; y CON EL EXCESO DE TESTOSTERONA que entonces existía en algunos de los círculos de poder en los sindicatos.
Hoy, me parece que un importante primer paso a seguir en lo que llegan los tiempos de renegociar convenios, es educar y sensibilizar a la membresía y los delegad@s.
Pasos sugeridos y deseables:
1. Carta a tod@s los miembros informando que el sindicato de ahora en adelante combatirá la discriminación por orientación sexual o la identidad
de género tan agresivamente como por raza, sexo, religión, afiliación política, nacionalidad o edad.
2. Carta a las y los delegados con instrucciones específicas para atender querellas sobre este tipo de discriminación y para hacer que la empleada o
empleado se sienta apoyado y cómodo al momento de hacer la querella.
3. Instrucciones específicas de utilizar la cláusula que autoriza al sindicato a atender toda situación que represente un deterioro en las condiciones de empleo mínimas que debe tener cualquier trabajador o trabajadora o cualquier acto que refleje una conducta arbitraria de parte del patrono. Creo que se le llama cláusula zafacón.
4. Talleres de educación sobre las formas en que se manifiesta el discrimen y el hostigamiento por orientación sexual y/o representación de género en el empleo. (En Puerto Rico hay excelentes recursos para ofrecerlos.)
5. Talleres de educación y sensibilidad sobre lo que representa un clima de trabajo saludable y libre de hostigamiento para emplead@s LGBT. Estos talleres deben profundizar en lo que puede ser violencia verbal.
6. Promover, negociar e incluir cláusulas que claramente reconozcan igualdad en los beneficios obtenidos para parejas heterosexuales a parejas del mismo sexo.
7. Apoyo verbal y público al Proyecto de la Cámara 1725 , que busca establecer política pública en contra del discrimen por orientación sexual en cualquier gestión gubernamental, pública o privada. Los sindicatos no tienen que hacer esto solos. En Puerto Rico hay múltiples recursos que pueden ayudarlos a diseñar y planificar las estrategias a seguir.
Quiero reconocer que varios sindicatos apoyaron la batalla que se dio en contra del Proyecto 99, que pretendía elevar a rango constitucional el discrimen a parejas gays y lesbianas. Ese apoyo, que la comunidad recibió con mucho agrado, no debe quedarse ahí. Para mí, el próximo paso lógico es que los activistas LGBT y los sindicatos trabajen juntos para lograr para sus miembr@s LGBT espacios de trabajo saludables, libres de discriminación, persecución y hostigamiento por orientación sexual y
representación de género. El apoyo verbal y público al Proyecto de la Cámara 1725 es una buena oportunidad de trabajo en esa dirección.
ACTUALIZACIÓN: 3 años después de que se escribiera esta columna, el 2013 todas las uniones de Puerto Rico, unidas en UNA SOLA CONFERENCIA de prensa apoyaron legislación que protegía explícitamente los derechos de las comunidades LGBT. Desconozco si se comenzó a contabilizar los casos de discrimen.
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