“Como ni el arte ni la literatura pueden jugar en la cancha de lo literal (siempre son lenguajes figurados), ocurre que artistas y escritores que sean o no parte de la comunidad LGBTT pueden ser gestores de lo queer. Lo trágico es amputar a los LGBTT de su propia comunidad, al borrar el signo de su expresión artística queer. Not kool.” – Lilliana Ramos-Collado – conversación en FaceBook
Inesperadamente el boxeador Orlando “El Fenómeno” Cruz anunció al mundo que es homosexual. Este acto lo convirtió en el primer boxeador activo que declara ser gay. Uno lee la noticia y confieso que sentí que los ojos se me salían de sus cuencas. Respiré hondo y pensé “ahora a esperar las reacciones”. Para mi sorpresa las reacciones iniciales e importantes fueron en su mayoría positivas. La prensa, con sus limitaciones y aún perpetuando estereotipos, ha cubierto el evento un poco mejor de lo que han cubierto este tipo de noticias en el pasado. Noticel, para mí, se ha destacado en su cobertura, tanto la entrevista a Orlando Cruz, como la cobertura de las reacciones de otros boxeadores y/o personal deportivo ha sido muy buena.
También en general ha sido un buen proceso educativo. Tanto los medios como muchas discusiones en las redes sociales han provisto foro para hablar sobre el machismo en el boxeo. Se ha expresado y demostrado que hay espacio para cambio en el boxeo y los comentaristas deportivos que he escuchado han sido solidarios y respetuosos. Digo en general, para cuando esta columna salga, ya un programa basura de Univisión y su basura de comentarista habrán presentado la nota discordante y chabacana. Eso es de esperarse. Cada vez que una figura pública sale del clóset como gay. Cinco o seis salen del clóset como idiotas. No les voy a dar más espacio en esta columna.
Quiero, sin embargo, discutir esa tendencia que ya he discutido antes en este espacio, de algunas personas de tratar de borrar las contribuciones de las personas LGBT a la sociedad, ya sea en el arte, la política, el deporte, etcétera. Y quiero apuntar a esas contradicciones, que para mí revelan, que si no hay homofobia en esa actitud, por lo menos apuntan a una incomodidad con hablar del tema. Me refiero a ese sector que incómodo, o tal vez molesto, protestan por la “salida” del clóset. Son los que cuestionan, ¿Por qué salir del clóset si eso no tiene que ver nada con el boxeo?; ¿lo importante es que sepa boxear, no me importa mas nada?; ¿Para hablar de boxeo se habla de técnica de peleas, no me importa si el boxeador es gay o straight?
Estos comentarios no son cónsonos o conformes con las reacciones que tenemos a eventos históricos donde resaltamos y celebramos partes de la identidad de alguna persona que realmente no parecen tener relación con el evento que da pie a la historia. Me parece que este cuestionar de la decisión de Orlando Cruz de salir del clóset y convertirse así en el primer boxeador abiertamente gay en el mundo deportivo evidencia una incapacidad de entender lo que significa para la comunidad LGBT en Puerto Rico primero, pero también en el mundo del deporte, nuestro (sí, dije nuestro) primer boxeador gay. En un terreno donde todos asumían que no podíamos convivir o existir. Varios ejemplos vienen a la mente.
Cada vez que Roberto Clemente metía un cuadrangular, ¿Nos importaba sólo que supiera jugar pelota, o nos importaba también que fuera puertorriqueño? ¿Qué hubiéramos contestado si nos hubieran dicho que su identidad nacional, no debía ser relevante para nosotros y nosotras? ¿O que sus triunfos eran de su equipo y no de los puertorriqueños? En una época de gran violencia racial y discrimen. Cuando Sonia Sotomayor, entra a la Corte Suprema de EEUU. ¿Sólo era relevante que supiera de Derecho? ¿Para nadie fue importante y relevante comentar que es mujer? ¿Para nadie fue importante comentar que la primera persona latina en entrar al Tribunal Supremo de EEUU es Puertorriqueña? De hecho, la gente del Bronx celebró que fuera una de las suyas, quien hubiera sido seleccionada. Nadie se hubiera imaginado que una boricua del Bronx pudiera entrar al Tribunal Supremo de EEUU. José Ferrer fue el primer latino en ganar el Oscar, ¿No corrieron los puertorriqueños para reclamarlo? ¿No era importante, que una academia que prácticamente sólo reconocía el trabajo de actores y actrices blancas por fín había tenido que reconocer las contribuciones de un Latino, y no se sintió mucha gente honrada de que ese latino fuera puertorriqueño? Rita Moreno es la primera MUJER y la primera latina que ganó un Oscar, un Tony, un Emmy y un Grammy. ¿Pregunto de nuevo? Nilita Vientos Gastón fue la primera mujer abogada que trabajó con el Departamento de Justicia, hay hasta un premio que se otorga a otras mujeres por su labor feminista cónsona con el trabajo de Viéntos-Gastón.
La historia está llena de “primeras y primeros”. Celebraron los afroamericanos cuando Fritz Pollard y Bobby Marshall se convirtieron en los primeros afroamericanos en jugar con el NFL. Bessie Coleman fue la primera mujer con licencia de piloto en EEUU. Triunfo doble porque también era negra afroamericana. Nadie descartaría eso como importante o como no relevante. A los cagüeños les encanta reclamar a Abelardo Díaz Alfaro, los adjunteños reclaman que Arístides A. Moll, escribió el primer libro de poesía modernista, Mi misa rosa, 1905 y a Fernando Luis Báez, el primer puertorriqueño en ganar Medalla de Oro en los Juegos Panamericanos. Hasta un estadio se hizo para Hiram Bithorn, primer puertorriqueño que entró a las grandes ligas. De hecho, todavía en Caguas se habla con orgullo de la primera mujer, Socorro Millán, que jugó pelota profesional con hombres. En un juego precisamente de Puerto Rico contra EUA. Lucecita Benitez, en la época donde había una persecución feroz contra independentistas, se identificó como independentista, arriesgando su carrera, su trabajo, su fama. Y de nuevo se oyeron las voces “ella es una cantante, porqué tiene que hablar de política” ¿Cómo se sintieron los independentistas cuando escuchaban esas objeciones?
¿Por qué entonces, se nos niega a la comunidad LGBT, la alegría de ver uno de los “nuestros” destacarse? ¿Por qué se nos niega que celebremos sus contribuciones a la sociedad, en este caso al deporte? Se me ocurren dos posibilidades. Una ya la he mencionado, la incomodidad que a muchas y muchos les causa el tener que hablar de “sexo”. Porque ése es el imaginario que tienen de lo que es ser homosexual o lesbiana. Porque mucha gente escucha la palabra “gay o lesbiana” y la imagen que reciben les incomoda, ¿tal vez, dos hombres sudorosos en una cama besándose, dos mujeres recibiendo placer sin necesidad de un pene? No sé qué piensa la gente cuando oye esa palabra que les molesta que se diga. La otra razón que me viene a la mente, es que todavía no se nos reconoce como comunidad discriminada socialmente. Todavía no se nos reconoce la necesidad que tenemos de llenar todos esos espacios ciudadanos y civiles de los cuales consistentemente se nos ha excluido. Todavía no se percibe que es necesario, para que sobrevivamos como ciudadanos y ciudadanas plenas, que se conozcan y reconozcan nuestras contribuciones a lo civil, a lo político, a la cultura.
En Puerto Rico, donde tanto los sectores fundamentalistas con amplio acceso a los medios y el actual gobierno desesperadamente tratan de presentarnos como una amenaza a la sociedad, como una amenaza a la familia, como torcidos y degenerados. Hace falta que se reconozcan públicamente nuestras muchas y constantes contribuciones al entorno sociocultural. Sobre todo, en el deporte del boxeo que tanta gente consideraba (ya no más) exclusivo de los hombres heterosexuales. La semana pasada Orlando Cruz representó a Puerto Rico de nuevo, contra un mexicano. Y una vez más consiguió un triunfo por decisión unánime. Es bueno que celebremos el triunfo de Puerto Rico en esa pelea. Como también es bueno que se sepa que ese triunfo se lo dió a Puerto Rico, un hombre, orgullosamente Puertorriqueño, y orgullosamente gay.
Verónica Rodríguez Torres, José Oquendo, y Lola Aponte contribuyeron con sugerencias a este ensayo al igual que muchas y muchos compañerxs de FaceBook de quienes estoy agradecido.
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