Esta memoria es sobre una de las victorias de La Parada Gay, y La COA. Es también ejemplo de como una de las actividades que miles de grupos da por sentado, ir al parque, se nos negó por no la razón de ser quienes somos.
En 1996 tuvimos que luchar para salvar la concentración al final de la Parada LGBT. En ese tiempo utilizamos el Parque Muñoz Rivera, específicamente, el Pabellón de la Paz. Todavía recuerdo que la primera vez había mucha seguridad (desde nuestras organizaciones) porque no sabíamos como nos iban a recibir aquellos asistentes del parque que no fueran de nuestras comunidades. En parte porque pienso que no sabíamos lo que se sentía al compartir como grupo en público. Pienso que era una de las primeras veces que como colectivo salíamos de día un domingo a celebrar después de un acto político como La Parada.
No hubo problemas en el parque con la gente común y silvestre la primera vez. Sí puede que hubiera alguno que otro comentario de burla de algún joven transeúnte. También recuerdo problemas con uno o dos policías que claramente no deseaban estar allí, pero sus superiores lo manejaron. También recuerdo a Carlos Sanchez, esa pobre figura patética de pro-vida echando a correr, como trabajadora sexual, cuando un activista, Fernando Sosa, intentó acercársele a preguntarle qué estaba filmando. Creo que después Carlos hasta alegó que temió por su vida, haciendo así honor a la palabra homofobia, “miedo a lo homosexual.”
Al final, además de agotados, hambrientos, sudados, y explotados no podíamos parar de felicitarnos y expresar cuán feliz nos sentíamos de cómo quedó la actividad. Esa primera vez, se puede decir que okupamos el Parque Luis Muñoz Rivera, muchísima de la gente que visitaba el parque ese día se acercó a ver, y disfrutar del show y a coger algunos de los souvenirs que los kioskos regalaban o vendían. En fín, la pasamos bien.
Cual no sería nuestra sorpresa en 1996, cuando recibimos una carta del director ejecutivo del Fideicomiso Para el Desarrollo, Conservación y Operación de Parques Nacionales de Puerto Rico, Rafael A. Cosme amonestándonos porque no fuimos claros al expresar la “naturaleza de la actividad” y que la “naturaleza” de la misma estaba en contra de las políticas públicas de la administración. Además nos recordaba que el parque era para el disfrute del “¡¡pueblo puertorriqueño!!” O sea, la comunidad gay, para este señor, no era parte del “pueblo puertorriqueño”. Cosme no contestó llamadas ni comunicaciones demandando clarificar y exigiendo que dijera si ese criterio se iba a utilizar para permisos pendientes y futuros. Poco después una secretaria del Comisionado, nos dijo que la actividad había sido denegada y que se nos había enviado notificación hacía tiempo. Inmediatamente exigimos copia de la denegación y nunca nos la hicieron llegar. Ya algunas personas de nuestra comunidad insistían en haber escuchado a Milton Picón (figura patética, del otrora Morality in Media,) vanagloriarse de haber logrado detener la parada. Indignados, escuchamos anunciarse una actividad en el parque para el mismo día.
Uno de los miembros de la COA, contactó por su cuenta a Lambda Legal quien llamó a Fortaleza preguntando si era cierto que estaban tratando de cancelar una actividad pública porque era LGBT y advirtiendo de las posibles acciones legales al respecto. La compañera Mercedes Garriga y yo acudimos a la Oficina del Comisiosado donde esperamos por él por más de dos horas. Finalmente logramos que una secretaria nos diera copia de la denegación. La misma decía que se denegaba porque: 1. Había una actividad pautada para ese mismo día. (Nuestra solicitud se había hecho, meses antes que la otra actividad.) 2. Por “cosas observadas en una actividad anterior” (¿Cómo uno se defiende de “cosas observadas”?)
A estas alturas teníamos una crisis en las manos. Los medios mal-informaban que se había cancelado la “actividad gay pautada para el domingo” lo cual era falso, era sólo el uso del parque. Nuestras opciones eran 1. Apelar la decisión del Comisionado, resaltando los daños que nos causaba y sin saber qué alegaban ellos qué había sucedido 2. Calmar al público y reafirmar que había parada 3. Encontrar sitio alterno para ofrecer el show, para el cual todos los artistas estaban confirmados. 4. atender todas las llamadas, preguntas y preocupaciones, tanto de otras organizaciones, como de personas individuales y artistas. 5. Decidir si como quiera íbamos a entrar al parque como parte del “pueblo puertorriqueño” y forzarlos a arrestarnos. Recuerdo que había una actitud no prevalente, pero si común entre mucha gente de que “era de esperarse”, “mucho duró”, “ya lo sabía”. La COA rehusaba resignarse y quedarse de brazos cruzados. Apelamos y copiamos a todos los miembros de la Junta de Fiduciarios, pues pudimos conseguir la lista de quienes lo configuraban.
El viernes por la noche, recibí una llamada de Norma Burgos, fiduciaria y entonces secretaria de Estado, quien manifestó haberse enterado de la situación, tenía conocimiento de nuestra carta y de la llamada de “unos abogados de Estados Unidos” y manifestó que el Comisionado le había asegurado que la única razón para la denegación fue la de que ya el espacio había sido rentado. Le informé que tenía comunicación escrita del Comisionado exponiendo otra razón. Me pidió que se la faxeara. A los 15 minutos me llamó de nuevo pidiendo una reunión en persona para resolver el problema.
A la misma asistimos, Mildred Braulio, Herminio Adorno, Mercedes Garriga, Olga Orraca, José Joaquín Mulinelli, Liza Gallardo y yo. Norma Burgos nos aseguró que la administración no intentaba discriminar contra nosotros, que se había cometido un error y que ellos querían repararlo. Le pedimos que cancelara la otra actividad, ella dijo que eso era imposible, que por qué tenía que ser en el Pabellón de La Paz. Le dijimos que por el techo y los vestidores y ella dijo, “el municipio puede construirles una tarima y proveer camerinos.” ¿Qué de la electricidad? El municipio puede proveerles electricidad para sonido y tarima. Todo lo que pedimos se nos dió.
Esa tarde en la radio estaban entrevistando a Milton Picón, quien anunciaba que la actividad se había cancelado gracias a sus querellas. Milton expresaba que se había querellado porque en la actividad pasada se habían observado cómo hombres besaban a otros hombres y mujeres se acariciaban de forma lúdica, frente a los niños. Y que el parque era para familias puertorriqueñas. Es una de las llamadas que más felicidad me ha
dado hacer. La periodista, sorprendida, me pregunta y le informo de la reunión de La COA con la Secretaria de Estado y el resultado de la misma. La periodista, me pregunta: ¿Y qué medidas van a tomar para que no ocurra lo que sucedió en otros años? Y yo le pregunto, ¿Y qué ocurrió en otros años? La periodista, sin inmutarse (y muchas veces pienso sin darse cuenta de que como periodista adoptaba el discurso de Milton Picón sin cuestionarlo) “Que hombres se besaron con hombres y mujeres se acariciaron,” a lo que le respondí: La COA no va a detener esas expresiones de cariño sino que al contrario, las exhortamos. Las expresiones de cariño, afecto y deseo no son exclusivas de la comunidad heterosexual. El Parque Luis Muñoz Rivera es de todos y todas l@s puertorriqueñ@s incluyéndonos a nosotr@s. Milton Picón se fue del programa sin decir nada más y yo aproveché para invitar a toda la comunidad a que asistiera a la parada y al parque el domingo. Días despues Rafael Cosme anunciaba su renuncia del fideicomiso para estar más tiempo con su familia.
Comparto esta experiencia porque uno de mis temas preferidos es identificar cómo sistemáticamente y de forma consistente se busca borrarnos de la historia y el imaginario puertorriqueño y cuán importante es que sigamos Okupando con o sin permisos los espacios públicos en Puerto Rico.

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