Una lista…muchos nombres…una guerra
En la izquierda no nos gustan las listas, nos dan miedo, nos enojan, nos indignan, y con razón. Para mi hay dos referentes importantes, las listas creadas por el senador Joseph McCarthy (R-Wisconsin) quienes dieron lugar al segundo “red scare” en Estados Unidos, en la lista había personas que eran “alegados” comunistas, el segundo referente es la Cointelpro, y su trabajo en Puerto Rico elaborando listas y carpetas de personas alegadamente “peligrosas”, también “alegados” comunistas, muchos eran comunistas pero la gran mayoría lo que hacían era defender derechos de trabajadores o luchar por justicia social. Como producto de ambas listas muchas personas quedaron sin trabajo, sin hogares, sin familias, algunes se suicidaron. Ambos eventos históricos son terribles.
Lo digo porque recientemente, ha surgido una página de Facebook titulada “YO TE CREO” (Imagino que en referencia a uno de los muchos problemas que enfrentan las mujeres cuando denuncian a los abusadores.) Yo Te Creo ha publicado una lista enorme (en segmentos) de hombres (una que otra mujer) denunciados como abusadores, acosadores, maltratantes y/o violadores. Las mujeres han acudido a la misma para denunciar a sus violadores, acosadores o maltratantes. La lista es grande. Reconocemos muchos nombres, de amistades, de conocidos, o de personajes públicos. No nos engañemos, algunos de los nombres no nos sorprenden, muchos ya han sido denunciados públicamente antes, otros lo habíamos escuchado en privado, muchas veces en voz baja y al oído, como “chisme de pasillo” más que como un serio problema o crimen. Al parecer no creemos en la fuerza de los puños de algunos amigos, pero queremos creer que lo de la noche anterior fue una conquista y olvidamos que se veía intoxicada, igual que él, imposibilitada de consentir, y también a veces pretendemos creer que algunas de esas fotos íntimas que te enseña te las comparte con consentimiento de ella.
El primer enlace a la página me llegó por texto, a un repost. Después llegó el enlace a la página directo, y vi la lista, y respiré hondo. Desde entonces algunas personas me han llamado, o contactado por inbox o texto preguntando que pienso yo de las listas y comentándolas. Hay gente molesta y hay gente preocupada, con razón. No creo que sea importante lo que yo pienso, pienso que es importante lo que piensan las mujeres que crearon la página y las que están participando en la misma. Pero, como me he encontrado conversando en privado sobre el tema, siempre me da la culpa y perse de si estoy diciendo algo desde algún closet, o si estoy evitando hablar sobre un tema sobre el cual llevo años trabajando, la violencia de género. La violencia machista, debe ser siempre un tema de interés público y debe ser siempre responsabilidad de todes.
En Puerto Rico hay una guerra declarada contra las mujeres. Esa guerra está institucionalizada, está en la radio, en la televisión, en las agencias de gobierno, en las escuelas y universidades, en las agencias privadas, en la calle, en las playas, en los ríos y en las aceras. Muchas veces también dentro de la propia casa. Las mujeres han escrito sobre esto, lo han denunciado, han ido a la policía, han ido a los cuarteles, a las cortes, a las oficinas de recursos humanos, a la prensa y han utilizado, la mayoría de las veces sin éxito, de arreglar el problema, muchas de forma individual (su problema particular) muchas el problema en general. Los resultados positivos han sido mínimos. Llevan años (A.Ñ.O.S.) tratando de que se declare una crisis o emergencia nacional sobre el asunto. Demasiadas mujeres mueren asesinadas por un “compañero” o “ex -compañero” con quien han tenido o no han querido tener una relación. Algunos religiosos con poder político lo niegan, muchos legisladores lo niegan, y mucha otra gente simplemente ignora o esquiva atender el problema. La normalización de la violencia contra las mujeres y contra todo lo femenino es abrumadora, omnipresente. NO EXISTE una sola herramienta que debiera apoyar a las mujeres contra la violencia machista que funcione adecuadamente, excepto tal vez los albergues. Digo tal vez porque la solución no debiera ser que una mujer tenga que recoger su maleta y desaparecer de la faz del mundo. Pero así están las cosas. Para mí, que lo han tratado todo, y que todo ha fallado. A lo mejor la página también falla, no sería sorpresa.
Este mes hemos escuchado, de la misma voz de una mujer asesinada, como si testificara desde su tumba, como se sintió tratada en la corte, testimoniando que hizo todo lo que tenía que hacer, y aun así, su orden de protección fue denegada, en corte la regañaron por la hora, y le negaron el mínimo de justicia que podían darle, al menos una orden temporera. Carlos G. Salgado Schwarz, presidente de la Asociación Puertorriqueña de la Judicatura en el programa de Jay Fonseca sugiere que las mujeres deben ir más temprano a presentar sus querellas mostrando el total desconocimiento y la gran demanda de energía y valor que necesita una mujer para vencer mil obstáculos y poder llegar allí a los tribunales a pedir apoyo contra un acosador, tal vez rogar por su vida.
Hay una guerra contra las mujeres, eso es indiscutible. Y ni siquiera los tribunales han podido ser una “zona libre de atropellos” al contrario, muchas veces esas salas se suman al atropello. Comparto esta mesa redonda que publica el periódico el Nuevo Día donde cuatro abogadas puertorriqueñas y una intercesora legal relatan lo que es el día a día de trabajar con víctimas de violencia de género y las deficiencias que tiene el sistema.
Entonces, ¿qué hacer cuando ya nada, nada, parece detener esa ola de violencia que no es ola, es ya charco pútrido permanente? Las mujeres hacen lo que tienen que hacer para defenderse y protegerse, yo no soy quien para juzgar sus acciones. Algunas trabajan desde PARE1 para crear un currículo de esperanza, otras siguen en las calles gritando y denunciando, otras escriben y publican, ponen palabras al horror de la violencia machista, algunas (muy pocas) desde la legislatura tratan de legislar la paz y la justicia a las mujeres, otras, las menos, desde la misma judicatura, muchas tratando de hacer más de una cosa. En estos momentos, en que la esperanza y la paz son tan escasas algunas han decidido hacer un listado, de sus abusadores, de sus violadores, de sus acosadores, de quienes las hostigaron o las maltrataron, sin categorías todos tirados en el mismo saco. Las mujeres también llevan muchos años en el mismo saco, putas, cabronas, histéricas, feminazis, todas juntas en un saco, como ahora les han juntado a ellos. La lista parece ser una forma de protegerse unas a otras advirtiendo del peligro, pero también una reivindicación de justicia y una nueva posibilidad de hermandad. Posiblemente para muchas, la única forma de justicia que ahora tienen a la mano, luego de ver una tras otra tras otra, todas las instituciones que se supone les respondan, caer y hacerse irrelevantes o impotentes ante todas y todos.
Les advierto que sí, que me causó algún dolor ver a algunos amigos míos muy queridos en esa lista, mucho más dolor me causó el ver que una amiga mía reconociera en la lista a su violador, el que la emborrachó para después abusarla, y también dolió ver que otras mujeres se le unieron y le dijeron, “a mí también me emborrachó.” A lo mejor de eso se trata, de escoger cual es el dolor más fuerte, o cual dolor vas a privilegiar. Lo que sí me parece claro es que las listas no vienen de arriba para abajo, como las listas nazis, como las McCarthianas o las carpetas, no son listas del Estado, vienen de un grupo de mujeres que decidieron tomar la justicia en sus manos. No porque es bueno tomar la justicia en las manos, sino porque todo lo demás parece haber fracasado, o al menos así parece, cada vez que, de nuevo, asesinan a otra. La lista vivirá en esa área gris donde la justicia y la venganza se disuelven o confunden, nada es claro, todo parece necesario.
A mis amigos en la lista, quiero pensar que es un error, les amo, respeto y admiro y siempre he tratado de ser buen amigo. ¿Pero no es ese uno de los datos que a través de los años nos han repetido e inculcado? Qué puede ser cualquiera; Qué muchas veces nadie lo sospecha; Qué muchas veces son personas queridas y celebradas en la comunidad; Qué no importan los años de estudio o el dinero y/o premios acumulados; Que muchas veces son muy buenos padres; o muy buenos candidatos políticos; o muy buenos activistas. Al final, esa es la situación, todos somos sospechosos, todos somos potenciales, ese es el estado de situación. Y eso no se resuelve atacando las listas, se resuelve eliminando la violencia machista, obligando a las agencias, instituciones, gobierno y legisladores a atender el problema y confrontarlo desde sus raíces, se resuelve erradicando las formas patriarcales que tanto nos han favorecido a los hombres. Aceptemos nuestra responsabilidad en la existencia de esas listas.
Hay quienes han dicho “a lo mejor en esa lista hay inocentes,” estoy seguro que es así. Otres han repetido “algunas mujeres son malas y hacen acusaciones falsas,” sí, no me cabe duda que es así. En todas las conflictos mueren inocentes, todes estamos acostumbradxs a aceptar el “collateral damage” que surge de las guerras o conflictos. De momento se me ocurre que para que desaparezcan las listas tiene ya que terminar el odio contra las mujeres y contra todo lo femenino en Puerto Rico. Hay que hacer las listas innecesarias. No nos están chantajeando, están sobreviviendo, como pueden. El patriarcado tiene que morir. Paremos de acosar, de matar, de violar, de golpear y maltratar, y las cortes que hagan su trabajo, y la policía su parte, el gobierno y su depto de educación, de la familia y todas sus agencias hagan lo que tienen que hacer, y nosotres hagamos o sigamos haciendo nuestra parte, entonces no van a hacer falta las listas.
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- Comité de Prevención, Apoyo, Rescate y Educación de la Violencia de Género (PARE) que trabaja para implementar la Orden Ejecutiva 2021-13 que declaró un estado de emergencia por violencia de género en la Isla. Entre las organizaciones que participan están la Red de Albergues, Coordinadora Paz para la Mujer, el Centro Mujer Dominicana, la Fundación Alas a la Mujer, y el Proyecto Matria.
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