Regresé a casa desde Puerto Rico con varios libros. Esos libros representan el esfuerzo siempre fútil de traerme un poco de Puerto Rico conmigo. Entre los libros que me acompañaron a casa está Levittown Mon Amour, de Cezanne Cardona Morales, en publicación de Ediciones Callejón.
Ya hace algún tiempo sigo y aprecio la escritura de Cezanne Cardona Morales. Sus Buscapié en El Nuevo Día son diversos, y siempre termino de leerle con la impresión de que pude re-conocer un ángulo que se me había escapado, o que simplemente no conocía.
Levittown Mon Amour consiste de cinco cuentos, todos con un terreno común geográfico, la urbanización Levittown y sus paisajes. Al terminar los cuentos podemos apreciar que además de la geografía, existen otras conexiones entre los cuentos y los personajes. Estas conexiones no son tan visibles siempre, a veces aun cuando las vemos, las descartamos u olvidamos.
Para mí, y esto es muy personal, el libro ofrece la oportunidad de reconocer nuestra humanidad en esos que imaginamos otros, humanidad que muchas veces no vemos porque el ejercicio de pasar juicio nos lo impide. Nos pasa con madres solteras, nos pasa con hijos desertores, nos pasan con asuntos de salud mental como la dependencia de drogas y alcohol, nos pasa con lxs pobres, tanto con lxs pobres trabajadores como con lxs pobres desempleadxs. Pienso que hay un serio compromiso del autor, en no pasar juicio a sus personajes. Tampoco nos oculta hechos o datos, por el contrario, nos presenta aún más datos, pero también más contexto, contexto que al final se impone sobre el juicio banal de una primera mirada descuidada. Ya la mirada no la controlamos nosotrxs, la rica narrativa del autor nos exige que la mirada sea más amplia.
Levittown Mon Amour, devela lo inadecuado de los mitos del hogar perfecto, de las madres y padres perfectos, y de lxs requisitos perfectos para que el amor, la compasión y la solidaridad se den. Parece que nos presenta un poco la propuesta de que estas tres también existen en las condiciones imperfectas en que vivimos. Esa ilusión generalizada donde se representa una familia blanca, con recursos económicos suficientes, religiosa y con accesos adecuados a la salud y la educación, no existe. Quienes existimos somos nosotros, lxs de Levittown y muchas otras comunidades de pobres trabajadores. En cada uno de los cuentos se abre la posibilidad de que en nuestras imperfecciones nos podamos encontrar y reconocer. Podemos apreciar que en esos contextos precarios que a veces despreciamos, desprecio que muchas veces es el propio, podemos encontrar o identificar amor, compasión y solidaridad o resignación. Encontrar la determinación para enterrar a un padre ausente tal vez en esa única memoria amorosa que nos dejó aún cuando no podemos costear lo caro del funeral, las formas en que la violencia se transforma en comunicación que es inaceptable para quien mira desde afuera pero aceptable para quien está en la relación, la forma torpe en que queremos a hijas e hijos, a madres y padres, buenos o no. Esos momentos incómodos en que estamos forzados a intercambiar palabras con las nuevas parejas de nuestras exparejas, nuestras relación con la propiedad, con lo propio, ya sea algún sofá o carro que consideramos nuestro, en fin lo cotidiano, sus retos, y la precariedad son tan centrales al libro como sus personajes. La excelente narrativa y talento de Cezanne Cardona Morales, nos presenta momentos en que se toman decisiones, decisiones llenas de memorias o esperanzadas de futuro, en un presente que cada vez se siente menos nuestro. En contextos que una vez los conocemos son difícil de descartar o ignorar, pues no es imposible ver algo o mucho de nosotros en alguno de los personajes, bregando con nuestra geografía, con nuestra clase y sus precariedades, bregando para poder respirar y para poder resolver. Después de leer este libro le tendré un cauteloso respeto a todo sofá que parezca estar abandonado frente a una casa, a veces un sofá no es un sofá.
Compré el libro en la librería Laberinto de Viejo San Juan, pero luego lo vi en todas las otras librerías que visité. Se lo recomiendo.
2 comentarios personales: 1. No soy crítico profesional de libros, escribo sobre lo que me gusta para compartir esa experiencia o sobre teoría para compartir lo aprendido. 2. Viví un año en Levittown, cuando estaba en sexto grado.
Esta reseña fue publicada originalmente en las redes y publicada de nuevo por 80grados.net
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